Como ya me suponÃa, afrontar la crÃtica de este remake tan reciente supone permitir que se cuele una cierta esquizofrenia sobre el papel que ya estaba en el punto de partida de la idea inicial de llevarlo a cabo y también en el resultado final que hemos podido contemplar hoy en el festival. La situación del remake como una de las Bellas Artes contemporáneas (y como el gran Ãcono de nuestros tiempos, que necesitará de una importante perspectiva para asimilarlo) es algo a lo que no puede aspirar a entrar a analizar profundamente esta crÃtica, pero sà que aunque sea de una manera superficial plantearé el problema de afrontar uno como éste: cogiendo una cinta de hace tan sólo dos años y que además es un peliculón que en tan poco tiempo ya se ha convertido en todo un tÃtulo dispuesto a perdurar, se busca realizar una supuesta adaptación para el mercado americano que al final acaba resultando tan fiel al original y con tan poca personalidad propia que termina por ser la misma pelÃcula hablada en inglés, con otros actores, otros escenarios (aunque muy similares) y otro estilo de narración (lo único realmente distinto, aunque no lo suficiente, de esta apuesta).
Esto es algo que ya comienza a parecerse a lo que sucede con las obras teatrales (especialmente los musicales) que se estrenan en un idioma y con un reparto y luego cambian de paÃs, idioma y actores, adaptando ciertos localismos, y toca juzgarlos tanto como obra propia como en lo que respecta a su referente inicial. Esto es algo que tiene sentido en teatro por la imposibilidad de repetir la obra original más allá de un tiempo determinado y de un idioma concreto, pero en cine es algo que de tan aberrante casi se ha convertido en un género fantástico en sà mismo. Asà que decididamente este remake no es en absoluto necesario, pero es bueno.
Y esta es la gran contradicción a la que debemos enfrentarnos. No cabe duda que muchos espectadores fans de la pelÃcula original pensarán que sÃ, que es bueno, pero que no aporta nada relevante que no estuviera ya en el original, por lo que para eso mejor recuperar esa primera versión. Y no les faltará razón. Si hay que recomendar a un espectador que no haya visto ninguno de los dos films que vea uno, claramente ha de ser el film sueco original. Incluso aunque el espectador fuera americano, y siempre que no fuera muy vago, le convendrÃa ver también el primero.
Pero a esto hay que añadir que a todos aquellos que les gustó el original y que quieran regresar a la historia a través de la representación de lo que podrÃamos denominar como "otra compañÃa", no deberÃan perdérsela, porque seguramente el film no les vaya a decepcionar. Es como un caramelo casi igual pero diferente, que puede dejar contento a una parte de la audiencia, incluyendo aquella que quiera acercase a esta historia con el "glamour" que da el cine estadounidense (sin duda la opción más discutible), y que además permite industrialmente vender el mismo coche dos veces y por el mismo precio, sin que nadie proteste.
¿O no? Porque también habrÃa que preguntarse qué necesidad existÃa para que un nombre mÃtico como el de la productora Hammer decida volver al cine con una apuesta tan poco valiente, que un director como Matt Reeves decida continuar su carrera tras "Monstruoso" con una adaptación tas respetuosa como falta de aciertos que se le puedan otorgar a su propia labor como director (a no ser que se considere lo suficientemente importante que haya filmado en un plano secuencia desde el interior de un coche un espectacular accidente), y que cada vez más las salas se llenen de "deja vus", apuestas seguras y una galopante falta de riesgo y originalidad. Muy seguramente, si nadie la detiene, esta mortÃfera moda acabará por hundir el gran cine un poco más (si no termina cansándose antes al espectador), pero nadie podrá negar que si pudiéramos eliminar de la ecuación el contexto que la rodea (tarea desgraciadamente imposible) estarÃamos ante una muy buena pelÃcula.