LeÃdo en septiembre de 2016. Supongo que como a la inmensa mayorÃa de aficionados al terror en viñetas, cualquier novedad editorial de Berni (o Bernie) Wrightson me parece una excelente noticia. Y más si es, como en este caso, en una edición cuidada, a gran tamaño y con calidad técnica. Disfrutar del dibujo y la narración de quien durante los setenta y los ochenta fue considerado de forma unánime como el gran maestro de lo macabro es un placer reconfortante, un volver a territorios mentales anhelados. Monstruosidades recopila en formato edición especial tres historias escritas por Steve Niles y serializadas originalmente en comic book entre 2008 y 2010, publicadas más tarde en sus correspondientes tomos recopilatorios y finalmente en esta edición treasury. Se trata de historias macabras y grotescas, que mezclan códigos de género —el terror sobrenatural, la ciencia ficción, el relato de detectives— buscando la sorpresa y el impacto elemental y visceral del lector. La primera de ellas, "Dijo que estaba muerto", comienza combinando un misterio propio de la narrativa hard boiled con la mejor tradición del relato macabro, presentando una premisa realmente inquietante, pero pronto deriva en un festival weird que marcará el tono de todo el volumen. La segunda historia, "El espectro", ya está situada de lleno desde el comienzo en lo pulp —casi parece una prima lejana de Hellboy—, mientras que la tercera se introduce con decisión en la sátira y el humor negrÃsimo. Al compartir personajes —los protagonistas de una aparecen como secundarios en las otras—, las tres historias crean una suerte de universo fantástico del que apetece saber más, sobre todo porque el tono que van creando los relatos —del horror inconcebible del inicio del primero a la socarronerÃa sin complejos del final del segundo— deja entrever que en ese universo puede pasar literalmente cualquier cosa. En conjunto, la obra no pasará a la historia del cómic de horror, y a finales de la primera década del siglo XXI Wrightson no era el que fue en los setenta y ochenta del siglo XX, pero, como decÃa, leer algo asà es como volver a casa.