Cuando acababa Spartacus, Starz apostó por una nueva serie, centrada en esta ocasión en la vida del gran Leonardo da Vinci. Y el primer episodio logró atraer la atención de un gran número de espectadores, que quedaron maravillados ante la fotografÃa y los efectos de una serie de gran calidad técnica.
Lo primero que hay que señalar al hablar de Da Vinci’s demons es que, partiendo de una base histórica, no se trata de una serie histórica en sÃ, sino más bien una fantasÃa ucrónica en la que a cada episodio, y especialmente con cada temporada, todo parecido con la realidad va quedando diluido en aras de desarrollar una historia centrada en la búsqueda de un libro de páginas cambiantes que no pueden leer más que algunos pocos elegidos entre los que se encuentra, cómo no, da Vinci.
Mientras que la primera temporada se centra en la vida en Florencia, el juicio a da Vinci por sodomÃa y su amor por Lucrezia, amante de Lorenzo de Medici, a partir de la segunda entrega la trama se aleja por completo de cualquier cosa remotamente parecida a lo que hayamos podido leer en los libros de historia. Acompañado de Américo Vespuccio, asà como de sus amigos y del conde Girolamo Riario, hijo bastardo del papa Sixto, Leonardo llega a un continente todavÃa desconocido para ser capturado por una civilización precolombina que se encarga de custodiar el misterioso libro.
Queda por tanto claro que todo aquel que busque entretenimiento histórico (como podrÃa ser Rome, de HBO) no va a encontrarlo en Da Vinci’s demons. Pero no importa, porque a cambio disfrutará de una serie que bebe del espÃritu aventurero de las pelÃculas de los ochenta, sumado a las mejorÃas técnicas que ha experimentado la industria en las últimas décadas.
El principal problema llega con la tercera temporada, año y medio después del final de la anterior, y ya con la certeza de la cancelación de la serie. Desde el primer episodio queda claro que solucionarán el problema del tiempo mediante el recurso narrativo de la elipsis; y es que en diez episodios de alrededor de cincuenta minutos, los guionistas deben narran la invasión de Otranto, la huida de los protagonistas, los diversos avatares por los que pasan unos personajes separados por toda Italia y el enfrentamiento final con el ejército otomano.
Nos encontramos por tanto ante una serie de gran calidad técnica y grandes interpretaciones (con un reparto liderado por un magnÃfico Tom Riley, Robin Hood en la última entrega de Doctor Who) que, a pesar de sus licencias históricas que la convierten en fantasÃa, maravillará al espectador en sus inicios pero dejará con un gusto agridulce al finalizar una tercera temporada apresurada que podrÃa haber sido conducida de otra forma.