La primera novela del fÃsico Emilio Villanueva López, Humo, acaba de publicarse en Atlantis Ediciones con una cuidada maquetación a la altura de la calidad de su lectura, ágil, de su propuesta formal, original y de su trama argumental, bien hilvanada y mejor desarrollada.
El autor nos presenta una historia magnÃficamente ambientada en el Londres de finales del S. XIX y principios del XX con el recurso virtuoso de fragmentar el discurso narrativo en logradas analepsis que mantienen en vilo al lector, que descubre por la buena pluma del escritor, un complejo juego de identidades enmarcadas en marcos geográficos generalmente inhóspitos con una riqueza por el detalle que nos traslada a la propia acción a contar. Memorable es la descripción con precisión quirúrgica de las trincheras inglesas durante la campaña del 16 en el RÃo Somme. Sufrimos ese gélido hedor a muerte y putrefacción de la soldadesca usada como carne para triturar conciencias culpables; imágenes que vienen a nuestro recuerdo por esos senderos de deshonor, que fueron los absurdos dolosos y delictivos de mariscales, generales y sargentos nefastos, como los vividos en la demoledora Paths of Glory (1957) de Kubrick o los crudos recuerdos que el genial Tolkien tradujo para con su magna obra y la necedad del hombre por recrearse en los daños perennes que producen las innecesarias guerras.
Es precisamente uno de los puntos más brillantes que provoca su lectura. Emilio Villanueva sabe traducir en palabras una complejidad visual que nos viene una y otra vez a la mente. Es una novela que se lee y se visualiza. Material excepcional para una lograda adaptación cinematográfica o para la recreación en una miniserie propia de la exigente HBO. Ayuda y mucho, ese narrador omnisciente, frÃo, aséptico como el Meursault de L´Étranger (1942) de Camus, coincidencia histórico-curiosa por haber sido también la primera novela del genial librepensador francés. Una apologÃa del trazo corto en la que describe a los personajes y sus venturas incluso a veces anticipando sus suertes y descalabros; sin negarlos ni juzgarlos, como mero notario que testifica la presencia y los hechos que producen las decisiones de ese tartufo principal, el mago-hechicero Percy T. Selbit.
Y es un acierto el personificar en un personaje real, que interactúa con las más relevantes personalidades de la época (la anécdota de Arthur Conan Doyle como verificador de imposturas es cierta) poseedor de una imaginerÃa única en sus trucos de magia como a su vez, adueñarse de una realidad paralela e inventar toda una trama delictiva ficticia, que el propio Villanueva con lógica disculpa, nos brinda en incustionable aclaración para no mancillar el legado ni la memoria de "un hombre que pasó a la Historia por su talento, imaginación y capacidad para entretener".
De ovación sincera el medido estudio de los personajes, sin excesos, en sus fueros internos. La existencia de buenas personas "per se" como ya nos advertÃa Rick Dicker en Incredibles 2 (2018) de Brad Bird y que tanto extraña hoy en dÃa ante la vanaglorificación y ensalzamiento nacional de dirigentes con historiales académicos burlados, cuando no extraviados. Y por el reverso de esas treinta monedas de plata, también hay parada y fonda para personajes con ponzoña ética, con oscuros corazones que son incapaces de reconducirse en su travesÃa vital, por llevar marcado a diabólico fuego en los genes la maldad pura. Autoexcusa perfecta para justificar sus desmanes y maltratos, aceptados con sumisión temerosa de los más débiles o con cómplicidad silente par parte de los más serviles que no serviciales empleados del vendedor de ilusiones.
Obra literaria de recomendable antojo caprichoso, con su amena historia principal, que sinuosamente se desplaza por otros meandros narrativos como inmejorables Mcguffin hitchcockrianos y con sus guiños acertados como el nombre del protagonista que interpretara De Niro en la sobresaliente Angel´s Heart (1987) de De Palma. Con modestia el escritor dice que su novela puede tener un estilo que recuerde a los trabajos de Dan Brown, pero yo elevo sus calidades literarias y las veo más cercanas al tratado maquiavélico que Oscar Wilde dedica al mal, alimentado por el atronador y multitudinario aplauso del público que asiste a la incorrupción fÃsica de Dorian Grey o si me apuran en esa doble identidad que Robert Louis Stevenson nos descubre en su Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde (1886).
Humo, novela de honestidad total en sus propuestas, recomendable como lectura de evasión, escapismo y divertimento.