Justo veinte años después de que M. Night Shyamalan estrenase una de sus piezas más sonadas, El Bosque, que a la postre obtendría todo tipo de críticas debido a su singular desenlace, su vástaga debuta en el largometraje con un filme producido por él mismo y que ocultaba tras de sí no pocos enigmas. A juzgar por el tráiler parecía directamente una película del director indio (que por cierto sí que estrena La Trampa este mismo verano) y es que su mano tanto en producción como en influencias artísticas está presente durante toda la cinta, aunque si hay evidencias de Ishana, nombre de su hija, le ha dado otro enfoque, tampoco muy diferente, pero lo justo para no parecer un nepotismo ilustrado de primera generación.

Basada en una novela que ignoro de A.M. Shine, cuenta como Mina, una artista de 28 años, queda varada en un bosque en el oeste de Irlanda. Cuando encuentra refugio, sin saberlo, queda atrapada junto a tres extraños que son observados y acechados por misteriosas criaturas cada noche.

Como digo, Shyamalan hija opta por un estilo que contiene elementos de su padre, y a su vez factura cine de autor con ciertas ínfulas comerciales (casi seguro impuestas) para que se procure que la película no decepcione a nadie dentro de su target. Al fin y al cabo, es un modelo ya impuesto desde muchos años atrás y que adoptaron otras parecidas como El bosque de los suicidios.  

Cuando ya casi todos nos habíamos olvidado de Dakota Fanning (extraños roles en Érase una vez en… Hollywood y The Equalizer 3) realmente su hermana menor Elle le adelantó por la izquierda, es aquí rescatada para marcarse un papel malrollero que combina a la perfección con el crisol de escenarios seductores que presenta la película. Ese cambio abrupto de la Irlanda rural a un enmarañado bosque recóndito y a esa estructura donde sobreviven los protagonistas rodeados de extraños seres, forman un interesante primer acto e incluso mitad de la película.

Pasado el ecuador es cuando el guion comienza a sobrecargarse tal vez demasiado, con mucha información en muy poco tiempo que, aunque se entiende, puede terminar perdiendo a más de un espectador. La mitología se extiende tanto que comienzan los bailes de géneros, algo para lo que, a este nivel, no toda la audiencia está preparada. Los orígenes de las criaturas comienzan a obtener más protagonismo que las subtramas que muestran varios de los protagonistas (entre los que se encuentra, por cierto, la muy de moda en el cine de género Olwen Fouere) lo cual es una buena noticia, pero implica esa extraña mezcla.

Pero lo que si que no pierde es esa atmósfera tensa que se mantiene hasta el paranoico final de la película. Un final por otro lado que deja abierta una posible franquicia en la que puede suceder cualquier cosa.

En resumidas cuentas, una película precisa de clímax elegante donde lo inquietante se va desinflando en pro de una historia mitológica que nadie veía venir. No se hasta que punto me hubiese gustado saber menos, pero intrigarme más. Aún así, buena ópera prima.