Diez años después de su publicación original, he aquí una nueva (y en muchos casos, mejorada) versión de lo que ya es un indudable clásico moderno.
Sin duda, vivimos tiempos en los que el revival, el remake, la secuela o la nueva edición revisada de turno están de moda, tal vez porque entre ese marasmo de inabarcables novedades que afectan a todos los campos (y no solo al literario del “género” que a nosotros tanto nos gusta), el público gusta de aferrarse a aquellos productos (o más bien, historias) que ya se han convertido por derecho propio en imprescindibles, y casi prácticamente en inmortales, a pesar de que ni siquiera hayan concluido aún. Es ese el caso de la (aún no finiquitada, aunque seguimos esperando que sea pronto) “Crónica del Asesino de Reyes”, del autor estadounidense Patrick Rothfuss (Madison, Wisconsin, 1973), que comenzó hace más de una década con su primer volumen, “El Nombre del Viento”, que ya nos cautivó en su momento pero que ahora llega a nuestras manos en una nueva edición (un poco más tarde en nuestro caso concreto, ya que el grupo editorial Penguin Random House la publicó para España en su sello Fantascy en 2019, dos años después de la edición original).
Aunque teniendo en cuenta la cantidad de volúmenes que hay por leer (y hablamos de las novedades y sin contar a los clásicos, porque creo que todo el mundo estará de acuerdo en que la literatura de magia y fantasía vive buenos tiempos), ¿qué podría empujarnos a adquirir (y por supuesto, a leer) una nueva versión de un libro que ya tenemos, y que está lejos de ser precisamente barata? Pues en este caso, y en contra de lo que sucede con otras publicaciones semejantes, no será la portada (tal vez el peor de los nuevos añadidos, una imagen de Sam Weber bastante impropia que desmerece muchísimo a aquella sencilla originalidad de la que hacía gala la anterior) ni tampoco las ilustraciones interiores de Daniel Dos Santos y Nathan Taylor (la mayoría de ellas, nada del otro jueves, aunque según dice el propio Rothfuss, a él le gustan, así que él manda) u otros detalles de diseño (habrá quien guste de ese lomo color rojo sangre, pero personalmente, a mí no me impresiona para nada), sino precisamente la (posible) revisión del texto llevada a cabo por su propio autor… Y cuando digo “posible” es porque no resulta evidente, a pesar de que el propio autor nos da pistas (o no) acerca de ello… pero lo que sí es innegable es la riqueza de prólogos, epílogos, y apéndices que tal y como pedíamos desde la anterior lectura, ayudan a profundizar en el riquísimo mundo por él creado (y sin ir más lejos, el asunto monetario es del todo interesante, por mucho que el mismo Rothfuss crea que no), y también incluso a su forma de trabajar (es muy revelador saber que comenzó con la concepción de un imperio capaz de unificar lenguas y modos, aunque luego decayese). Además de, por supuesto, describir qué significa escribir un libro de tal calibre, y sobre todo de tal éxito.
Por lo tanto, he aquí un libro antiguo, con una nueva piel… y qué maravilla.
-La pregunta incómoda: ¿vale la pena comprarse una nueva edición existiendo la antigua? La indudable respuesta: sí. Totalmente.
-La lección imprescindible: ya sabíamos lo buena que era esta novela, pero leyéndola una segunda vez, se disfruta más aún.
-Con las ganas nos quedamos: de la (esperemos que previsible) edición del décimo aniversario de “El Temor de un Hombre Sabio”, que ojalá no tarde tanto en llegar.
-Las ganas que tenemos: de continuar leyendo. Ya. De inmediato. Y además, que no se acabe nunca, si puede ser… pero que la tercera parte llegue pronto, por favor.