Segunda parte de la trilogía "El Señor del Tiempo", que constituye la parte central de la historia, en todos los sentidos.
Cuando hablamos hace poco tiempo de “El Iniciado”, la primera parte de la brillante trilogía de la conocida escritora Louise Cooper (Gran Bretaña, 1952-2009), ya destacamos las buenas críticas que había recibido en su momento y el favor del que sigue gozando entre los lectores más entusiastas del género fantástico, y de ahí que sea más fácil de encontrar en el mercado que muchas otras de la misma autora debido a las sucesivas reediciones… y esta continuación que apareció allá por el mismo 1986 que su antecesora, con el título “The Outcast”, goza de idénticos favores editoriales en suelo patrio, ya que precisamente lo mismo que su antecesora, por estos lares se publicó primero de la mano de Timun Mas en tapa dura en 1988 (reeditándolo con distintas cubiertas y en tapa blanda primero en 1999 y en 2004 después), luego en Círculo de Lectores en 1991, y también formando parte de las colecciones “Grandes Autores de la Literatura Fantástica” en 1996 (volumen 6) y “Literatura Fantástica” de Planeta DeAgostini en 2006. Lo que se dice un logro difícil de igualar…
Pero es que sin duda alguna, lo merece. Cuerpo central de una historia que empieza en un volumen anterior y acabará (al menos supuestamente) en uno posterior, no hay que olvidar que viene de otra historia previa que la autora estiró hasta dividir en tres, y si bien esto no es censurable de ninguna de las maneras, no creo que haya nadie capaz de leerse el presente libro sin haber leído antes el anterior, porque se encontraría pero que muy perdido…
Aunque eso, en modo alguno le resta fuerza al que nos ocupa, ya que parte de la dificilísima misión de solucionar el apabullante final del anterior (que no pienso mencionar siquiera, porque estaría privando a los lectores de un placer enorme), recogiendo el guante donde había quedado y dándole una vuelta de tuerca para avanzar en una historia donde los personajes que ya conocíamos (el enigmático Tarod y su peculiar “situación”, y la heroica Cyllan que tanto nos había agradado) vuelven a estar ahí, y otros desconocidos ayudan a que la trama avance y se despliegue en un relato que más de uno ha calificado de “claustrofóbico” debido a la escasez de escenarios e incluso de personajes, pero que sin duda está magníficamente bien trazado desde su misterioso e imposible principio (insisto en la rotundidez del anterior final, que aquí se desenreda sin un solo reproche que hacerle a la escritora) a un final no tan rotundo como el anterior, pero sí lo suficientemente impactante como para que queden muchísimas ganas de leer el volumen restante de un tirón y sin respirar, y saber así adónde nos lleva esta lucha eterna entre el Orden y el Caos que aquí tiene un ritmo tan vertiginoso que ni siquiera podemos detenernos a respirar con tranquilidad…
-El gran misterio (resuelto): el Warp. Aquí sabemos, más o menos, qué es, de dónde procede, por qué existe, qué relación tiene con el protagonista, y qué importancia tiene en la historia… aunque no del todo, por supuesto.
-El gran personaje: sin duda alguna, sigue siendo el propio Tarod, cuyos misterios, lejos de resolverse, siguen creciendo.
-El (otro) gran personaje: la valiente y valerosa y válida Cyllan, a quien esperamos no tener que echar de menos.
-El gran momento: el principio. Por supuesto, partíamos de un final pero que muy interesante, así que la continuación era un reto… y ha sido más que superado.