El que avisa no es traidor, y bien nos llevaba avisando tiempo el señor James Cameron de que iba a volver a cambiar, según él, la historia del cine con su secuela de Avatar. Al igual que sucedió en 2009, ya está comenzando a polarizarse la opinión generalista en torno a la película. En Scifiworld ya la hemos visto y a título personal tengo que decir que me ha gustado más que la primera entrega. Tampoco era difícil, ya voy avisando.

Ambientada más de una década después de los acontecimientos de la primera película, empieza contando la historia de la familia Sully (Jake, Neytiri y sus hijos), los problemas que los persiguen, lo que tienen que hacer para mantenerse a salvo, las batallas que libran para seguir con vida y las tragedias que sufren.

La película sigue teniendo prácticamente los mismos problemas que su predecesora. Una total falta de alma, entregándose totalmente al espectáculo visual, en una historia que supuestamente nos quiere enviar un mensaje ecológicoabsurdo y hacer apología del antimilitarismo. Una duración excesiva e injustificable, donde el espectador llega prácticamente agotado a la parte final del relato, la supuestamente más importante y entretenida, que tampoco. Y un argumento, ya no voy a hablar de los agujeros de guion, simplemente de una trama que cabe perfectamente en una servilleta del McDonald’s y que se estira como un chicle entre inagotables diálogos y escenas para hacer total alarde de efectos visuales y que, para ser sinceros, parecen muchas de ellas de carácter documental. A parte de esto, es el blockbuster perfecto, eso sí, el problema es que ya hay 500 como este y salvo alguna que otra novedad con respecto a la primera entrega, pasa sin pena ni gloria.

Esas novedades de las que hablo son justo las que elevan El sentido del agua unos puntos por encima del primer film. La más significativa sería el entorno. La expansión de Pandora sirve justamente para presentarnos una nueva especie de Na’vys, un cruce entre estos y reptilianos acuáticos que moran a la vera del mar y que supone explorar un nuevo y más interesante lugar, tanto sea escenario como campo de batalla para conflictos. El mundo acuático de Pandora que resulta ser lo suficiente new age como para molar.

También tiene más personajes, muy poco desarrollados todos ellos debo decir, pero no me voy a poner pedante, estoy hablando de lo que más me ha gustado justamente. Los nuevos protagonistas niños y adolescentes le dan a la película otra dimensión, siempre a nivel de sub-tramas que, aunque quedan muchas de ellas inconclusas y pecan de tópicos en exceso, bien nos hacen disfrutar en algunos momentos durante el maderamiento de la película.

Por todo lo demás, es difícil encontrar algún elemento aquí que no sea superficial. Es como que se queda a medio camino de todo. Cuando intenta emocionar puede, pero no lo llega a conseguir y cuando intenta hacerte empatizar con alguno de los personajes, y mira que hay opciones con el nuevo crisol que nos presenta, creo sinceramente que difícilmente lo lograrán realmente con alguien.

En resumidas cuentas, es una mejora más que evidente en relación al 2009. Pero eso no indica, y mucho menos justifica, que muchos tilden a Cameron como un genio o uno de los mejores cineastas de la historia. Esta película es como su creador, más preocupado por la industria, que por la historia que contarte y cómo hacerlo.