Nueva adaptación de la novela de Henry James, y ya van…

La cinta que nos ocupa fue una de las muchísimas damnificadas cuando cerró el mundo en marzo, y es que su fecha de estreno estaba prevista para alguna semana después del infausto estado de alarma. Desde entonces es como una espina clavada para cualquier fan del horror. Y, por fin llega, con los gemelos Chad y Carey Hayes (The Conjuring) adaptando la famosa novela a versión cinematográfica por enésima vez.

Una joven institutriz es contratada por un hombre que se ha convertido en el tutor de sus sobrinos tras las muerte de sus padres. Pronto descubrirá que tanto los niños como la casa esconden oscuros secretos y las cosas no son lo que aparentan.

Funcionaría esta película, como cinta de horror independiente, y la verdad que bastante bien tal vez. Pero el peso del escrito de James lastra al final casi todo lo que vemos en pantalla, y muy en especial, el desenlace.

La ambientación, en un entorno moderno, no sería aquí la acertada, o mejor dicho, no esta bien entroncada en el universo que intenta crear, aunque, como digo y pese a todo, si te logras olvidar de la obra original o de por ejemplo Suspense, tal vez la mejor, la película termina siendo incluso competente dentro del terreno más superficial del género, eso sí, véase entretener, crear personajes mínimamente interesantes, bien interpretados y filmar de forma elegante.

Puede que lo que más salve la película sea el cast, con un siempre solvente Finn Wolfhard (It) acompañado de la ya instaurada en el género Mackenzie Davis (Blade Runner 2049) y de la pequeña Brooklyn Prince (The Florida Project).

En resumidas cuentas, confusa e insulsa adaptación, pero entretenido pastiche de las cintas de horror con atmósfera clásica en ambientes contemporáneos.