Hace escasos días que se cerraba la Fase 4 del UCM con el especial Felices Fiestas de Guardianes de la Galaxia que se estrenaba en Disney +, pero antes de eso nos llegó esta accidentada secuela de Black Panther. Digo lo de accidentada por diversos motivos, siendo el más triste el fallecimiento de Chadwick Boseman a semanas del inicio de la fotografía del film. Un enorme palo tanto humano como logístico para Marvel Studios que se vio obligada a reestructurar toda la película y por consiguiente su continuidad con el resto del universo expandido. Por si fuera poco, tras esto se unió la absurda polémica contra la actriz Letitia Wright, protagonista entonces de la película tras la desaparición de Boseman y a la que acusaron por varios costados… Véase, que si era anti-vacunas y se negaba a recibir la dosis, que si es transfóbica, o, simplemente, que si es católica y practicante, siendo este el motivo más absurdo por el que se intentó hundir a la excelente intérprete de Surinam. Con todo, Wright hizo caso omiso de todo amarillismo y se centró en la película y su personaje, que adquiría, tras la tragedia, una dimensión más grande que la que hubiese tenido sin la fatal noticia.

La reina Ramonda (Angela Bassett), Shuri (Letitia Wright), M’Baku (Winston Duke), Okoye (Danai Gurira) y las Dora Milaje (incluida Florence Kasumba), luchan para proteger su nación de la injerencia de potencias mundiales a raíz de la muerte del rey T’Challa. Mientras los wakandianos se esfuerzan por adaptarse a su nueva etapa, los héroes deben actuar unidos, con la ayuda del Perro de la Guerra Nakia (Lupita Nyong’o) y Everett Ross (Martin Freeman), y forzar un nuevo destino para el reino de Wakanda.

Y es justo ella lo más destacado y relevante de la cinta. Ya no por la importancia a nivel dramático de su personaje, sino porque es la única que le da algo de personalidad a una producción que, siendo condescendientes hemos de entender de todos los contratiempos que sufrió, pero que se ve claramente inferior a la primera parte, y por ende con esto a otras muchas ya no solo del UCM en general, sino de la Fase 4 de la que hablaba en la génesis de este texto. Igual tampoco es la peor de la fase.

La trama intenta salirse lo máximo posible de la conexión que tiene Wakanda con el resto del MCU y para ello introduce y presenta un nuevo pueblo submarino, con su propia mitología, y un nuevo villano que carece de la fuerza necesaria para llevar el peso de un antagonista top en una película de este nivel.

Como era de esperar, vemos por todos lados homenajes al personaje de Boseman, convirtiéndose muchos tramos en un auténtico velatorio y presenta varios discursos que, dicho a su favor, no rivalizan con la experiencia visual que propone la película. Una experiencia que sí es satisfactoria, más al menos que el contexto en el que se da.

Pese a su extensa duración, al final la sensación que te queda es que la propuesta ha sido anodina, construyendo una historia sobre la marcha y poniendo todo el peso de Wakanda en la joven Shuri. Y es, tal vez, el talento de Wright el que más consigue salvar muchos elementos de la película que tal vez sin ella se daban ya por perdidos. Todo lo demás resulta especialmente mejorable y lo que es peor, incluso olvidable.

En resumidas cuentas, hay motivos más que sobrados para verla, siempre y cuando sigas al dedillo el Universo Marvel. Para el resto será un entretenimiento de usar y tirar.